Desde que hace unos años, las bebidas energéticas se pusieron de moda, su consumo no ha dejado de crecer. Al contrario de lo que da a entender esta denominación, estas bebidas no aportan una dosis de energía extra sino una gran cantidad de cafeína.
En este artículo se aportan detalles sobre qué efectos tienen las bebidas energéticas en el corazón, cómo un mal uso de puede ser peligroso para la salud, sobre todo, de los jóvenes, cuánta cantidad se consume en la Unión Europea y cuáles son las recomendaciones de los expertos.
Las bebidas energéticas son refrescos que contienen un combinado de diversas sustancias entre las que destacan la cafeína, los aminoácidos (como la taurina), carbohidratos (como glucoronolactona, un derivado de la glucosa), vitaminas y, a veces, extractos de plantas medicinales, como el ginseng o el guaraná. Es importante diferenciarlas de las bebidas para deportistas, diseñadas para la recuperación de sales minerales después de una actividad física intensa.
Una lata de bebida energética o energetic drink contiene una dosis de cafeína que equivaldría, aproximadamente, a la de cuatro tazas de café filtrado, o a la que aportan dos expresos, a la de casi cuatro latas de cola o, según el Comité de Toxicología del Reino Unido, a seis tazas de té: alrededor de 300mg.
Combinados de bebida energética: aumenta el peligro
En adultos sanos, se considera un consumo moderado entre los 100 mg y 300 mg de cafeína al día (cifra que supera una lata de la mayoría de las bebidas energéticas) y las dosis máximas recomendadas alrededor de 400 gramos. En principio, los especialistas están de acuerdo que en personas adultas, la ingesta relativamente importante de cafeína de manera puntual no supondría ningún problema, sino se asocian a otras sustancias como el alcohol.
De hecho, este es una de los peligros mayores de estas bebidas cuando se mezclan con alcohol, un combinado en auge, sobre todo, entre la población joven. La asociación bebidas energéticas y alcohol puede provocar efectos indeseables como alteraciones cardiovasculares, como taquicardia, palpitaciones o aumento de la presión arterial, insomnio, nerviosismo y falta de coordinación motora. A ello se le suma la la falsa idea de que 'repara' los efectos del alcohol cuando, en realidad, únicamente compensa las funciones intelectuales, pero no la coordinación motora. Solo oculta la embriaguez. Esta ilusoria sensación de control puede provocar que quienes hayan bebido, opten por conducir creyendo que están en condiciones de hacerlo, con el peligro que supone.
Bebidas energéticas: efectos sobre el corazón
Un reciente estudio realizado por expertos de Universidad de Universidad de Bonn (Alemania) publicado en la revista de la Radiological Society of North America señala que las bebidas energéticas con cafeína y taurina tienen, a corto plazo, un impacto significativo en la contractibilidad del corazón. El estudio se realizó en 18 voluntarios sanos a quienes realizaron una resonancia magnética cardiaca antes y una hora después de consumir un refresco con taurina (400 mg por cada 100 ml) y cafeína (32 mg por 100 ml).
Aunque no encontraron diferencias significativas en la frecuencia cardíaca, la presión arterial o la cantidad de sangre expulsada por el ventrículo izquierdo, y a la espera de que se arrojen nuevas evidencias, los especialistas aconsejan a las personas con trastornos cardíacos que eviten su consumo, ya que los cambios en la contractilidad podrían desencadenar arritmias.
¿Qué cantidad de bebidas energéticas se consume?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA en sus siglas inglesas) publicó en 2013 un informe en el que se recopilaban los datos sobre el consumo de las bebidas energéticas por grupos de población. En la encuesta participaron más de 52.000 personas de 16 Estados miembros, seleccionados para conseguir una cobertura adecuada de la población y de los diferentes patrones de consumo. Debido a que no hay una definición concreta de qué son las bebidas energéticas se incluyó a las bebidas sin alcohol, con cafeína, taurina y / o vitamina, como mínimo y que se comercializan por sus potenciales efectos estimulantes y energizantes.
Las conclusiones que recoge el citado informe son las siguientes:
Adultos, de 18 a 65 años: el 30% de los entrevistados afirmaba que consumía bebidas energizantes. De estos, el 12% eran grandes consumidores de 4-5 unidades a la semana (4,5 litros de media cada mes). El 11% consumían en una sola sesión, al menos 1 litro.
Adolescentes, de 10 a 18 años: el 68% de los entrevistados aseguraba que las consumía de manera habitual. El 12%, unos 7 litros mensuales, y el 12% bebían como mínimo un litro en una sola sesión.
Niños, de 3 a 10 años: el 18% de los entrevistados eran consumidores de estas bebidas. De estos, el 16% aseguraba un consumo medio de 0,95 litros a la semana (cerca de 4 litros por mes).
Mezcladas con alcohol: en forma de combinado lo toman el 56% de los adultos y el 53% de los adolescentes consumidores.
Asociadas al ejercicio físico: alrededor del 52% de los adultos y el 41% de los adolescentes afirmaron que consumían bebidas energéticas durante la actividad física.
Bebidas energéticas: recomendaciones de los expertos
Según un informe elaborado por el Comité Científico Asesor de Seguridad Alimentaria, la Agencia de Salud Pública de Cataluña recomienda de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria (ASPCAT):
. No mezclar estas bebidas con alcohol.
. Embarazadas y mujeres lactantes, niños, personas sensibles a la cafeína, con trastornos cardiovasculares o neurológicos deberían abstenerse de consumirlas.
. No utilizarlas para reponer los líquidos perdidos en la actividad física intensa: la cafeína tienen efectos diuréticos y aumenta el riesgo de deshidratación. En estos casos hay que beber agua o bebidas diseñadas para ello.
Mejora el rendimiento deportivo pero con efectos secundarios
En los últimos años, las bebidas energéticas se han puesto de moda también entre los deportistas. Se estima que la mitad las consume de manera habitual durante los entrenamientos o antes de competir. Sin embargo, su uso no está exento de efectos secundarios, como lo han demostrado expertos de la Universidad Camilo José Cela, de Villanueva de la Cañada (Madrid).
En el estudio -'El uso de bebidas energéticas en el deporte: la percepción ergogenicidad y los efectos secundarios en los atletas masculinos y femeninos'- se siguió durante cuatro años a deportistas de élite de diversas disciplinas (futbol, rugby, tenis, baloncesto, voleibol, natación, hockey y escalada): un grupo tomó el equivalente a tres latas de bebida energética y el otro, una bebida placebo antes de una competición deportiva.
A pesar de que los resultados muestran que estas bebidas energéticas - estimulantes, según la Organización Mundial de la Salud- mejoran el rendimiento deportivo entre un 3% y un 7% (como la velocidad de los nadadores, la potencia muscular y la fuerza en los escaladores o la precisión en los jugadores de voleibol, entre otras) también provocan efectos no deseables. Los resultados mostraron que el grupo que tomaba bebidas energéticas sufrieron con más frecuencia de insomnio, nerviosismo y el nivel de activación después de la competición, efectos relacionados tradicionalmente con el consumo de bebidas con cafeína. Los autores señalan, tal y como publica la British Journal of Nutrition, que no hubo diferencias significativas entre sexos, ni en la percepción de los efectos positivos ni en la de los secundarios.