Un ensayo clínico es una investigación científica cuyo objetivo es conocer mejor el funcionamiento de un medicamento, vacuna, técnica diagnóstica o procedimiento terapéutico para comprobar si es eficaz y seguro en humanos y comparar su acción con lo empleado hasta ese momento en la práctica clínica. Se trata pues de un procedimiento vital en la investigación médica y farmacéutica por el que todo tratamiento debe pasar antes de llegar a ser comercializado y empleado en pacientes.
"Un ensayo clínico es un experimento en humanos indispensable para evaluar la eficacia y seguridad de nuevos fármacos"
Los productos o procedimientos terapéuticos que se van a probar con personas siempre pasan previamente por una fase preclínica en la que se llevan a cabo estudios de laboratorio y en animales que permiten identificar las pautas de administración y las dosis que resultan seguras para los seres humanos.
Además, antes de iniciar un ensayo clínico con un fármaco este debe haber sido autorizado por las autoridades sanitarias competentes para ello.
El 20 de mayo se conmemora el Día Internacional del Ensayo Clínico, para recordar la fecha en la que, en 1747, el médico escocés James Lind sentó las bases para la investigación clínica al comenzar, en el buque Salisbury, el primer ensayo clínico de la historia, en el que descubrió cómo curar el escorbuto de sus tripulantes con la aplicación de vitamina C.
Tipos de ensayos clínicos
Existen diferentes tipos de ensayos clínicos, ya que se pueden clasificar en función de sus objetivos, además de por su método, tamaño o extensión, entre otros factores. Los más frecuentes son:
° Ensayos clínicos de diagnóstico: destinados a encontrar nuevas pruebas médicas que sirvan para diagnosticar una enfermedad.
° Ensayos clínicos de tratamiento: que investigan nuevos procedimientos terapéuticos, como medicamentos, vacunas o técnicas de cirugía, que ayuden a curar una enfermedad.
° Ensayos clínicos de detección: que evalúan nuevos métodos para diagnosticar precozmente una enfermedad.
° Ensayos clínicos preventivos: que estudian nuevas herramientas para reducir las probabilidades de desarrollar una enfermedad, y en los que participan individuos sanos pero que tengan factores de riesgo para llegar a padecerla, como ocurre por ejemplo en el caso de las personas con familiares de primer grado con alzhéimer o ciertos tipos de cáncer.
° Ensayos de calidad de vida: cuyo objetivo es diseñar estrategias que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedades crónicas.
Fases de un ensayo clínico
Los ensayos clínicos también se pueden clasificar “en función del nivel de desarrollo de la investigación de un medicamento”, indica Antonio Portolés, y de acuerdo a este criterio se dividen en cuatro fases –de la fase I a la IV– que permitirán comprobar si el tratamiento provoca efectos secundarios, si es efectivo, si los beneficios que proporciona son mayores que sus posibles riesgos o cuáles son los pacientes que se beneficiarían más de su uso. Te explicamos en qué consiste cada una de las fases de un ensayo clínico:
Ensayo clínico de Fase I
En esta primera etapa se comprueba la seguridad de un fármaco. “Son aquellos que se administran por primera vez en humanos y también todos aquellos ensayos clínicos que no tienen un objetivo terapéutico implícito, sino que están destinados a buscar la contestación a respuestas básicas sobre el funcionamiento de un medicamento –interacciones, farmacocinética (forma en la que nuestro organismo procesa un fármaco), absorción, o cualquier otra característica que no está directamente relacionada con la terapéutica–”, explica el director del Instituto de investigación del Hospital Clínico San Carlos.
El experto añade que, de hecho, “estos ensayos se suelen hacer en voluntarios sanos”, por lo general desde unas decenas a menos de un centenar. Sirven para analizar la tolerancia del producto, la dosis y forma más adecuada de administrarlo y cómo actúa en el organismo humano, entre otros aspectos, para lo cual se prueba primero en cantidades reducidas.
Ensayo clínico de Fase II
En esta etapa de investigación el objetivo del ensayo es contestar la pregunta sobre si el tratamiento evaluado es eficaz o no, y se ponen las bases para valorar en qué dosis es óptima su aplicación. Para ello, esto ya es necesario estudiarlo con pacientes, diseñando el estudio de una manera adecuada y proporcionada a lo que se conozca sobre el medicamento, indica Portolés.
En esta fase participa un número reducido de pacientes –normalmente entre 100 y 300, en ocasiones algo más–, y suele durar más que la fase anterior. Por lo general, estos suelen dividirse en dos grupos que se comparan entre sí. Al primero de ellos, conocido como grupo de control, se le administran los fármacos o terapia de elección hasta la fecha para la patología o dolencia para la que se está realizando el ensayo, o bien placebo; mientras que al segundo se le administra la terapia o fármacos en estudio.
Ensayo clínico de Fase III
En la fase III se confirma la eficacia, beneficios y seguridad del fármaco, se definen mejor sus posibles efectos adversos y se compara con otros medicamentos que ya se utilizan. Las pruebas se hacen con un mayor número de médicos y de pacientes –que pueden ser varios cientos o miles–.
Si sus resultados son positivos y están suficientemente contrastados el fármaco ya podría obtener la autorización de las agencias reguladoras de medicamentos para comercializarse con indicaciones específicas.
Ensayo clínico de Fase IV
También conocidos como estudios de seguimiento o estudios de farmacovigilancia, porque en estos ensayos clínicos se analizan los efectos a largo plazo de un medicamento en la práctica clínica, es decir, aquellos que se produzcan tras su comercialización. Estos estudios son muy útiles para determinar la eficacia del tratamiento en la vida real pacientes con diferentes características, conocer potenciales efectos adversos no sospechados previamente que aparezcan con su uso generalizado, o incluso identificar nuevos beneficios o aplicaciones de la terapia que no se hubieran detectado durante su evaluación previa.
VENTAJAS DE PARTICIPAR EN UN ENSAYO CLÍNICO
0En principio, “para un paciente participar en un ensayo clínico no debería suponer un inconveniente”, afirma Portolés. El paciente, además, recibirá toda la información necesaria antes de su comienzo y puede retirarse del estudio en cualquier momento si lo desea. Un requisito básico es el de la disponibilidad del paciente en un lugar y tiempo determinados. Normalmente será su médico quien se lo proponga cuando haya comprobado que tiene ciertas condiciones que lo hacen candidato a participar en esa investigación, pero existe un registro de ensayos clínicos en el que se puede comprobar cuáles son los que se están llevando a cabo en cada país.
La bondad en cuanto a beneficio-riesgo de un ensayo clínico es un criterio revisado por un comité ético, que comprueba que un paciente no resulte perjudicado por el hecho de participar en un ensayo clínico; es decir, que las condiciones en las cuales se le ofrece una alternativa de tratamiento u otra sean las adecuadas al nivel de conocimiento sobre esas alternativas en relación a su patología. De manera que no sufrirá una pérdida por el hecho de que le corresponda un tratamiento u otro.
Inconvenientes de participar en un ensayo clínico
Todo medicamento debe tener una relación favorable entre el beneficio terapéutico que ofrezca y el riesgo que suponga su utilización, y por ello los medicamentos han de utilizarse en condiciones que hayan demostrado evidencia de resultar favorables, y no puedan por tanto perjudicar al paciente, aunque para este la participación en un ensayo clínico pueda suponer, en algunos casos, ciertas desventajas como:
Por qué son tan importantes los ensayos clínicos
Este tipo de estudios son imprescindibles para utilizar de manera coherente los recursos sanitarios y mejorar los resultados de los medicamentos. Según nos explica Portolés la asistencia sanitaria necesita conocer su nivel de calidad y cómo mejorarlo, así, en la pandemia por coronavirus que estamos viviendo se pone de manifiesto la importancia de generar conocimiento a gran velocidad y de gran calidad para poder atajar lo que se ha convertido en una crisis sanitaria y humanitaria.
El especialista del Hospital Clínico San Carlos, donde se encuentra la unidad de coordinación de la plataforma de apoyo a los ensayos clínicos SCREEN (presente en 30 centros a nivel nacional y que cuenta con financiación del instituto de salud Carlos III) destaca el papel que tiene la investigación en la generación de información que permita tomar decisiones acertadas en situaciones de crisis, y la necesidad de que exista una estructura de investigación dentro de los sistemas de salud para dar respuesta a la mejor manera de tratar a los pacientes.
Ensayos clínicos con medicamentos para combatir el COVID-19
La situación de emergencia sanitaria provocada por la infección por SARS-CoV-2 demuestra la importancia de este tipo de estudios para luchar contra enfermedades potencialmente mortales y que se transmiten con facilidad. En un momento de crisis como la actual, indica Antonio Portolés, es necesario obtener la información con rapidez, por lo que no da tiempo a iniciar nuevos desarrollos de moléculas desde 0; se trata de acortar plazos a base de utilizar moléculas que en algunos casos ya están comercializadas, o que están en fase de investigación para otras indicaciones que se estima que pudieran tener alguna similitud con la COVID-19 y ya estén disponibles, o puedan estarlo en un periodo de tiempo mucho más breve.
El desarrollo de un medicamento nuevo, añade el experto, “podría llevar de 8 a 10 años, y no disponemos de ese tiempo”, pero se ha conseguido poner en marcha ensayos clínicos con moléculas ya autorizadas, fundamentalmente con moléculas que o bien tuvieran la indicación de antivirales frente a otros virus, o que tuvieran un mecanismo de acción conocido que pudiera afectar a la replicación o funcionamiento del virus en otros contextos, por ejemplo, que se hubieran ensayado frente al virus del Ébola, o en otras enfermedades por coronavirus anteriores, como el SARS o el MERS.
El desarrollo de un medicamento nuevo “podría llevar de 8 a 10 años”, por eso se han puesto en marcha ensayos clínicos con moléculas ya autorizadas para probar su eficacia contra el COVID-19
Otro grupo de fármacos para tratar la infección por coronavirus con el que se está experimentando, según Portolés, son los antiinflamatorios y aquellos que intentan modular o controlar la respuesta inmunitaria, especialmente en la fase en la que el predominio de la enfermedad es inflamatorio, pero también para averiguar el papel que podrían desempeñar en las personas más susceptibles al inicio de la infección, o incluso en la prevención de la enfermedad o de la menor gravedad de la misma. Y también se están ensayando otros productos, como el plasma hiperinmune de pacientes que ya hubieran pasado el COVID-19 para tratar de combatir los casos severos, atajando la reproducción del virus.
Escrita por: Eva Salabert, periodista experta en salud, vía WebConsultas