El ejercicio físico es importante para la salud de las personas sanas, pero también lo es para las que sufren patologías. Los expertos consultados abogan por su prescripción como parte de los tratamientos; eso sí, siempre en función de las características del paciente y su problema de salud.
Los beneficios del deporte sobre la salud están más que demostrados. "No existe en la actualidad ningún fármaco o producto que contenga todas las moléculas necesarias capaces de producir los beneficios del ejercicio físico", afirma Guillermo Álvarez Rey, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte, y especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte.
A modo de resumen, "mejora el control de la glucosa sanguínea, reduce la grasa corporal, los triglicéridos y el estrés", destaca Jose A. Martín Urrialde, decano del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid. Sobre el corazón, el ejercicio físico "mejora la contractilidad del miocardio, la función del músculo liso de las arterias coronarias y del endotelio vascular", informa Miguel Enrique Del Valle, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte. Además, añade, "el entrenamiento provoca una disminución de la demanda de oxígeno del miocardio para un determinado nivel de trabajo, lo que supone una reducción de la probabilidad de isquemia miocárdica durante el ejercicio".
Para los pacientes con patologías, como diabetes, enfermedad cardiovascular o respiratoria , el ejercicio físico no sólo es beneficioso sino también recomendable. Los expertos consultados abogan por su prescripción, eso sí, siempre "que se haga de forma individualizada y en función del caso y de las características de uno", apunta José Mª Bueno, de los Servicios Médicos Sanitas Real Madrid. "La idea es realizar un traje a medida y conocer previamente cuáles son las capacidades de cada sujeto", señala Álvarez Rey. Según los expertos, no todo vale, pero sí se pueden ofrecer algunas recomendaciones generales para iniciar a los pacientes en el ejercicio físico.
Para enfermos cardíacos
Hoy en día "incluso en los pacientes que han sufrido un infarto se ha visto que el entrenamiento centrado alrededor de la zona de umbral anaeróbico, puede generar más beneficios que riesgos", detalla Álvarez Rey. "La actividad física produce una disminución de la demanda de oxígeno del miocardio para un determinado nivel de trabajo , lo que supone una reducción de la probabilidad de isquemia miocárdica durante el ejercicio", destaca Del Valle. Además, "reduce el riesgo de sufrir arritmias y las personas con enfermedades cardiovasculares se recuperan antes y mejor cuando hacen deporte". En el caso de los que tienen alguna patología cardíaca, antes de hacer una recomendación "se deberá valorar cómo responde su sistema cardiovascular a una situación de esfuerzo", recuerda Álvarez Rey.
Para ellos, Urrialde aconseja "el ejercicio terapéutico aeróbico
de intensidad moderada, como marcha o bicicleta; dos o tres veces por semana , y con una duración de 30 minutos". Esto, asegura, "es una pauta totalmente segura". Sin embargo, "están contraindicadas las actividades que se hagan con intensidad máxima y que puedan desencadenar dolores precordiales, fatiga y taquicardia", afirma el experto. Los ejercicios aeróbicos, "se podrán combinar con otros de fuerza, con pesos ligeros e incrementales, para potenciar los músculos en pacientes con bajo riesgo", indica Del Valle.
Para los diabéticos
En el caso de los diabéticos "el deporte no está contraindicado, sino todo lo contrario ", asevera Bueno. "La diabetes y la obesidad están asociados a un exceso de masa grasa y a una pérdida de masa muscular y esto implica una enfermedad del adipocito que, por sí mismo, lleva a una situación de inflamación sistémica de bajo grado", informa Álvarez Rey. Por tanto, "la única manera de combatir la resistencia insulínica y modificar el ambiente proinflamatorio y aumentar la masa muscular es realizar entrenamiento de fuerza general y específico dos o tres días a la semana". A estos ejercicios, Del Valle añade "la realización de actividades aeróbicas, con participación de grandes grupos musculares como caminar, correr, nadar o el ciclismo".
En patologías respiratorias
En éstas, el ejercicio puede llegar a parecer algo extraño, por el esfuerzo pulmonar que supone. Aún así, todos los expertos recomiendan su realización. "En general, la actividad física produce una reducción de la inflamación de las vías aéreas mejorando la permeabilidad de los bronquiolos y disminuyendo la mucosidad y el edema", selala Del Valle. Además, "estimula al músculo liso, aumenta la capacidad pulmonar, disminuye la disnea y la fatiga y, en general, aumenta la calidad de vida, incluso en hospitalizados". En ellos, "realizar actividades aeróbicas de grandes grupos musculares es lo más indicado", según Martín Urrialde.
En cuanto a la intensidad, aconseja "trabajar como mínimo a un 60 por ciento VO2 máx. para empezar a manifestar cambios en el organismo, siendo intensidades superiores, por encima de un 70 por ciento VO2 máx., el umbral de trabajo donde se alcanzan los máximos beneficios mediante la práctica de ejercicio físico". La frecuencia y duración debe ser en sesiones "no inferiores 30 minutos y durante tres días a la semana ".
Ahora ya lo saben, no hay excusa algún para no fortificar el organismo y tonificar esos músculos sea cual sea su condición física.
Fuente: Correo Farmacéutico
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